Madre

Ya viene. Eso piensas, según todos esos libros y revistas que has devorado, con reloj en mano de contracción en contracción. Vamos? Si, no. No vamos, espera. El gorro y los bodies!!!

Y resulta que estás de parto, algo diferente a como habías esperado. Con el tiempo, sabes que es muy diferente a lo que habías esperado.

Quizá provocado, quizá cesárea, quizá pediste epidural cuando habías decidido no medicalizar tu parto. Quizá gritaste, quizá no.

Sangre, dolor, sudor, más sangre y expulsivo.

Orgullo, quizá lágrimas, quizá risas, quizá vomites.

Y la aguja cose que te cose: a pesar de tus masajes en el periné, ya no te pilla por sorpresa. Ya no te importa…. No tanto. Dolerá después. Ahora también…

Ya está contigo, piel con piel?. Por supuesto que sí. Por supuesto que no. Y comienza el viaje. Como dicen, la cita a ciegas con el amor de tu vida. Y con ese amor, los miedos, las noches sin dormir. Porque llora, y porque no llora, porque querías teta y no sabías, ni imaginabas cuánto pueden doler las grietas.

Porque querías biberón, y te miran de reojo.

Y tú, vulnerable, cosida y menedada, te sabes criticada. Luego comprendes que no era por eso, era por lo otro…

Y aquí de nuevo, otro viaje, otro aprendizaje: amor, amor y más amor.

Escucha a tu cuerpo, a tu instinto de madre, a tu fuerza de loba que exhala por sus cachorros. Y entonces, cuando lo hagas, decide: decide teta, decide por la fruta o la verdura, decide orinal que canta o que baila… Pero que no le falte, que no le falte nunca, nunca, nunca, el amor. Y a ti tampoco. Eres MADRE.

Escrito por Carmen Herrera Mayor